Como ya sabes, con este blog también pretendemos dar a conocer los trabajos de creación que realizamos en las clases de Lengua castellana y literatura. Lamentablemente, no podemos leerlos todos en el aula, así que aprovecharemos este espacio para irlos compartiendo a lo largo del curso.
Aquí tienes la propuesta de escritura que Mar, a partir de los diez vocablos que escogió de los tarros de El ladrón de palabras, creó.
Disfruten de este regalo literario que nos ha ofrecido la compañera...
Aquí tienes la propuesta de escritura que Mar, a partir de los diez vocablos que escogió de los tarros de El ladrón de palabras, creó.
Disfruten de este regalo literario que nos ha ofrecido la compañera...
NI
UNA HISTORIA MÁS
Hoy
contaré la historia de una necia, otra más, que abandonó toda
esperanza y se dejó llevar por unos “supuestos” inexpugnables
argumentos. Muchos aconsejaron. Nadie supo llegar a ella. ¡Qué
ciega estaba!
Una
vida perfecta es la que cumple todos los requisitos de la felicidad y
estos, a su vez, no se sabe dónde se encuentran. Por lo tanto, damos
por hecho que este tipo de vida no existe. Pero para los soñadores
nada es imposible y lo intangible, para ellos, se vuelve muy
especial.
Ella era una soñadora empedernida, adicta a las oportunidades y a
los cambios, capaz de crear
belleza en el infierno y caos en el cielo.
El
día que irrumpió él en su vida inauguró una etapa que marcaría
un antes y un después. Narrar esta parte del relato supondría una
inmensa pérdida de tiempo, por que la obviaremos . Pasado tiempo,
una profunda
brecha se fue abriendo paso. A ojos de ella, él no le dio
importancia. Ella sí. Poco a poco se hizo más visible. Este
endógeno
problema estaba consumiendo el valor
de nuestra soñadora. Ya no reía, no creaba, no creía ni soñaba.
Solo sentía dolor. Él la consolaba, pero siempre sería su mayor
desgracia. Su necedad residía en su amor.
Nuestra
protagonista, cansada, se encaró ante él. Las tornas se voltearon y
su chico se tornó más amable, atento y servicial, aunque solo por
un tiempo. Días más tarde volvieron el sufrimiento, las marcas y
sensaciones indescriptiblemente dolorosas. Durante años, un infinito
proceso degradó su mente . El incremento
de la angustia y la aflicción ofrecieron
una perspicaz distracción que él supo aprovechar muy bien.
Y
llegó el día. Sucedió en la estación de trenes, en el instante
indicado, en el momento preciso. Una necia que abandonó toda
esperanza y se dejó llevar por unos “supuestos” inexpugnables
argumentos. Muchos aconsejaron. Nadie supo llegar a ella. Que ciega
estaba. Un leve toque, una gran pérdida.
Esta
es la introspectiva
de lo que fue mi vida. Nunca más cometeré el mismo error.
Ciertamente, jamás podré cometer un error.
Mar
Pérez García (24/10/2017)
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