Etiquetas

lunes, 6 de noviembre de 2017

Nuestras creaciones...


    Como ya sabes, con este blog también pretendemos dar a conocer los trabajos de creación que realizamos en las clases de Lengua castellana y literatura. Lamentablemente, no podemos leerlos todos en el aula, así que aprovecharemos este espacio para irlos compartiendo a lo largo del curso.
    Aquí tienes la propuesta de escritura que Mar, a partir de los diez vocablos que escogió de los tarros de El ladrón de palabras, creó.
    Disfruten de este regalo literario que nos ha ofrecido la compañera...
NI UNA HISTORIA MÁS
   Hoy contaré la historia de una necia, otra más, que abandonó toda esperanza y se dejó llevar por unos “supuestos” inexpugnables argumentos. Muchos aconsejaron. Nadie supo llegar a ella. ¡Qué ciega estaba!
   Una vida perfecta es la que cumple todos los requisitos de la felicidad y estos, a su vez, no se sabe dónde se encuentran. Por lo tanto, damos por hecho que este tipo de vida no existe. Pero para los soñadores nada es imposible y lo intangible, para ellos, se vuelve muy especial. Ella era una soñadora empedernida, adicta a las oportunidades y a los cambios, capaz de crear belleza en el infierno y caos en el cielo.
   El día que irrumpió él en su vida inauguró una etapa que marcaría un antes y un después. Narrar esta parte del relato supondría una inmensa pérdida de tiempo, por que la obviaremos . Pasado tiempo, una profunda brecha se fue abriendo paso. A ojos de ella, él no le dio importancia. Ella sí. Poco a poco se hizo más visible. Este endógeno problema estaba consumiendo el valor de nuestra soñadora. Ya no reía, no creaba, no creía ni soñaba. Solo sentía dolor. Él la consolaba, pero siempre sería su mayor desgracia. Su necedad residía en su amor.
   Nuestra protagonista, cansada, se encaró ante él. Las tornas se voltearon y su chico se tornó más amable, atento y servicial, aunque solo por un tiempo. Días más tarde volvieron el sufrimiento, las marcas y sensaciones indescriptiblemente dolorosas. Durante años, un infinito proceso degradó su mente . El incremento de la angustia y la aflicción ofrecieron una perspicaz distracción que él supo aprovechar muy bien.
   Y llegó el día. Sucedió en la estación de trenes, en el instante indicado, en el momento preciso. Una necia que abandonó toda esperanza y se dejó llevar por unos “supuestos” inexpugnables argumentos. Muchos aconsejaron. Nadie supo llegar a ella. Que ciega estaba. Un leve toque, una gran pérdida.
   Esta es la introspectiva de lo que fue mi vida. Nunca más cometeré el mismo error. Ciertamente, jamás podré cometer un error.

Mar Pérez García (24/10/2017)

No hay comentarios:

Publicar un comentario